Nacional - 24/9/18 - 09:15 AM

Se ha dormido el Titán

No era demagogia, ni estructuras pueriles ni párrafos en el aire; era un periodista que, con un profundo respeto por el televidente, se armaba con la investigación, se nutría de datos, de informes y dominaba a tal grado la coyuntura.

 

Por: Por Julio Bermúdez Valdés -

No sé cómo empezar este escrito porque Mario Velásquez representa una época, una tendencia, una posición frente a la vida, frente a los momentos que sacuden a la sociedad.

Me acabo de enterar que nos ha dejado, que ha partido el viejo maestro y retorna a mi aquel pequeño gran discurso que en 1971 nos dictara en nuestro salón de clases mi querido profesor Virgilio Sánchez.

"Antes de empezar -dijo- quiero saber ¿quién escuchó ayer a Mario Velásquez?". Éramos unos muchachos, la mayoría de entre 14 y 15 años, pero sí, muchos de los que estábamos allí habíamos escuchado a Mario Velásquez.

Era imposible no hacerlo por aquellos años en los que él había impuesto un periodismo de opinión en la televisión, y cada día, a parte de las noticias, el editorial de TVN que producía él y que leía él como director de noticias de Canal Dos de Televisión, era un imperativo de muchos televidentes.

Es que era Mario Velásquez, posicionado como un productor de contenido, serio, sustentador de cada letra y cada palabra que emitía.

No era demagogia, ni estructuras pueriles ni párrafos en el aire; era un periodista que, con un profundo respeto por el televidente, se armaba con la investigación, se nutría de datos, de informes y dominaba a tal grado la coyuntura, que quien lo veía no solo se informaba, sino que se nutría, aprendía, fortalecía su léxico, encumbraba su acervo.

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A mediados de la década de los setenta, cuando los países productores de petróleo les plantaron cara a los siete grandes de occidente, y desde la OPEP decidieron incrementar el precio del crudo, la de Mario Velásquez fue una voz que, en la televisión panameña, no solo defendió a los productores, sino que demostró cómo por décadas, con los bajos precios, los países petroleros habían subsidiado el desarrollo de las llamadas grandes potencias.

No solo era justa la demanda de la OPEP, sino que en su voz y en su editorial estaba la explicación que ayudaba a entender el problema. Muchas agencias informativas recogieron su escrito y lo colocaron en la palestra internacional. Pero una posición como esa no era casual. Mario había sido en su juventud un militante nacionalista por cuyas actividades fue arrestado en algunas ocasiones. 

Defensor a carta cabal de la soberanía de Panamá sobre la exzona del canal, se le encontró en marchas y eventos, pero sobre todo tratando siempre de escoger los ángulos que permitieran entender la razón progresista de los pueblos.

Quizás por eso desde que en los años 70 despuntaron las jornadas nacionalistas del general Omar Torrijos, Mario se transformó en su aliado, en su amigo y hasta los últimos días de su actividad defendió la batalla que dio Torrijos en favor del rescate de la soberanía panameña.

No voy a escatimar recursos para aseverar categóricamente que hoy ha partido un titán, un panameño culto, un militante de la causa más sentida del país, cuyo profesionalismo y razones, nadie que tenga sentido e integridad, se atreverá a escamotear.

En 1995 cuando volví de Francia y fui nombrado en la dirección de comunicación de la presidencia de la República, lo encontré allí, como parte del equipo que, con Eligio Salas, producían los discursos del doctor Ernesto Pérez Balladares y me sumó a ese grupo.

Mas tarde, cuando fue Director Ejecutivo del Congreso Universal del Canal, en 1997, fue asistente de esa dirección. ¿Qué no decir en esta hora Mario? En la partida te antecedió Itzel y doña Gloria, y dejas como aporte a la sociedad una familia que te sabe de memoria: Lyudmila, Mario, Pepe, Tony y Jorge.

Pero de igual manera a amigos y alumnos que como yo valoraron en su momento tus esfuerzos, tu ironía como un arma penetrante, pero sobre todo el filo de tu palabra, la dirección certera de tus escritos. Gracias gran amigo, hasta luego viejo maestro… duerme titán, que te quedas despierto en los brazos del pueblo al que diste todo tu aporte.


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