Opinión - 20/5/22 - 09:00 AM

Inteligencia musical, sentir la música

Un claro ejemplo de uno de los máximos exponentes de la inteligencia musical es el gran Ludwig Van Beethoven quien a pesar de, haber perdido el sentido del oído, fue capaz de componer una majestuosa pieza como la Novena Sinfonía compuesta de cuatro movimientos.

 

Por: Gabriela Arosemena Montenegro / Psicóloga / Twitter: @Gabby_Aro -

Dentro de las teorías, relativamente más recientes, la de inteligencias múltiples del psicólogo estadounidense Howard Garner, ha sido una de las que más ha llamado la atención. El concepto comúnmente aceptado es que la inteligencia es aquel conjunto de habilidades y capacidades de adaptación y resolución de problemas, no obstante, las inteligencias múltiples abren todo un abanico de posibilidades para explorar el concepto.

Tendemos a partir de la premisa de que aquél quién sobresale en matemáticas posee una inteligencia superior a aquellos que sobresalen en otros aspectos, pues quiero comentarles que la inteligencia abarca distintos ámbitos: artísticos, deportivos entre otros; dicho esto les pregunto: ¿Cuál estas dos notables personalidades fue más inteligente: Marie Curie o Wolfgang Amadeus Mozart?

La música es algo maravilloso y poderoso, puede condicionar nuestros pensamientos a épocas y sucesos específicos, así como evocar una infinidad de emociones: felicidad, tristeza, nostalgia entre otras. En 1983 Gardner propuso que existían ocho tipos distintos de inteligencia entre las cuales se encontraba la inteligencia musical; pero ¿Qué es en sí la inteligencia musical? Aquella capacidad que tienen las personas para producir y entender la música, para encontrar una secuencia musical e incluso en sonidos emitidos por algo más que instrumentos musicales; este tipo de inteligencia te permite fundir sonidos en aras de crear algo armonioso. Una canción, sinfonía o cualquier otra composición musical tiene la habilidad de hurgar los más profundos sentidos a través de las notas melódicas de un violín, un piano y hasta una guitarra eléctrica. 

Un claro ejemplo de uno de los máximos exponentes de la inteligencia musical es el gran Ludwig Van Beethoven quien a pesar de, haber perdido el sentido del oído, fue capaz de componer una majestuosa pieza como la Novena Sinfonía compuesta de cuatro movimientos, magistral melodía que es capaz de penetrar en la mente y erizar la piel de quien la escucha. 

La inteligencia musical va más allá de tener un “buen oído” con la música, te hace sentirla, entenderla, escuchar individualmente cada uno de los distintos instrumentos que conforman una melodía y al mismo tiempo contemplarla como un todo. La composición musical, al igual que las palabras, la pintura, es una forma de expresión de las más profundas pasiones de la mente humana.

A diferencia de las demás, la inteligencia musical no se mida mediante escala de valores y varemos, como se estila en pruebas de coeficiente intelectual; la capacidad de entender partituras musicales, de procesar lo que se denomina “información musical”, la mismísima acción de cantar y producir música con las cuerdas vocales constituye un talento desarrollado en algunas personas más que en otras y esa misma inteligencia musical que muchos artistas hoy día poseen con la buena fortuna de haber podido desarrollarla y que a menudo es infravalorada.

Si un niño o niña no es bueno en matemáticas, pero sobresale en la clase de música, si tiene particular sensibilidad por cierto estilo de música, ¿cuál de estos dos aspectos reforzarías? Es importante reconocer el talento de niños y adolescentes de hoy sea cual sea el ámbito (pintura, música, deporte, danza) para proporcionar las herramientas y llevar ese talento al máximo.


EDICIÓN IMPRESA

Portada Diario Crítica

 taboola sidebar con csss

 


 

Taboola Side bar